¿Cuál es el tipo de liderazgo que mejor se adapta a tu proyecto? ¿En qué influye el estilo de liderazgo a la hora de llevar adelante una empresa? ¿Cuál es el mayor desafío que enfrenta un líder? ¿Cuál es su misión? ¿Cuál es la estrategia para llegar a tiempo a la meta?
Todo líder necesitará resolver una serie de dilemas a la hora de enfrentar su camino, deberá definir cuáles son sus prioridades, cómo se presentará frente a su equipo, qué lugar ocupan para él los integrantes de la compañía y cuál será la filosofía de su empresa. Existen diversos estilos de liderazgo que nos ofrecen distintas visiones sobre cómo dirigir una compañía. Cada líder puede verse reflejado en alguna de estas posturas, cuestionar otras o tomar aspectos de cada una para encontrar su propio estilo.
LIDERAZGO AUTOCRÁTICO
Se caracteriza por la concentración de poder en una sola persona. Es un estilo de liderazgo unidireccional. Está muy en claro para todos quién es el que toma las decisiones. El líder es quien marca el camino para el resto de los integrantes de la compañía, la opinión de los empleados queda relegada a un segundo plano. No hay participación del equipo en la toma de decisiones.
La gran ventaja de este estilo es que permite agilizar los procesos. Este tipo de liderazgo es aconsejable cuando es necesario tomar varias decisiones rápidamente y durante las crisis, cuando hay que tomar resoluciones difíciles para el equipo.
La desventaja de esta forma de liderazgo es que los trabajadores no sienten que su participación sea una parte fundamental del engranaje de la compañía, y su compromiso, en algunas ocasiones, se ve debilitado.
La figura del líder autocrático se caracteriza por el control. En este caso nos encontramos frente a un líder dominante, exigente, firme en sus resoluciones y con cierta dificultad para delegar.
“Creo que, al final de día, el hacer una película debe ser cuestión de equipo. Pero al final siempre tiene que haber un capitán.” – Ridley Scott, director de cine.
LIDERAZGO LAISSEZ FAIRE
El líder “Laissez Faire” deja a los integrantes del equipo trabajar de manera independiente, confiando en la iniciativa del grupo. Su nombre proviene de la expresión francesa “dejarlo ser”. Hay una fuerte confianza en la motivación y en la experiencia de los empleados para lograr productividad. El grupo tiene una fuerte participación en la toma de decisiones.
Este estilo de liderazgo se caracteriza por la libertad y la escasa supervisión del líder hacia sus subordinados. El alto grado de autonomía puede ser muy estimulante para algunos trabajadores dando rienda suelta a su creatividad. El poder de decisión que tiene cada miembro del equipo genera que todos se involucren en los proyectos de la compañía, entendiéndolos como propios.
Una gran ventaja es que la empresa continúa funcionando aunque el jefe no esté presente.
Entre las desventajas está la falta de feedback regular, que puede complicar la comunicación y volver lentos algunos procesos. Al no haber una conducción clara que marque el paso, puede haber fallas en el cumplimiento de los plazos y en la resolución de dudas y pequeños problemas cotidianos.
Este líder ocupa un rol más bien neutral, no interviene demasiado ni emite juicios de valor sobre el accionar de los miembros del equipo; ellos deciden por sí mismos. Es un tipo de liderazgo no autoritario y delegativo que se sostiene en el accionar del equipo.
“Dejen hacer, dejen pasar, el mundo se mueve por sí mismo.” – Vincent de Gournay, economista.
LIDERAZGO DEMOCRÁTICO
La clave de este estilo de liderazgo es la participación.
Es una forma de liderazgo horizontal que prioriza el diálogo, cada integrante del equipo ocupa un lugar de igual relevancia y poder. El trabajo grupal y la mutua colaboración tienen un papel protagónico.
El líder democrático es un líder que está en permanente interacción con sus empleados y deposita una gran confianza en sus competencias, es capaz de delegar tareas y escuchar las diferentes posturas; debe tener gran habilidad para coordinar, orientar y estimular al equipo. Su mayor desafío es lograr un equilibrio entre las distintas partes sin perder de vista las metas.
Este modelo de liderazgo tiene como ventaja el hecho de que se saca provecho de la visión de cada miembro del grupo obteniendo soluciones alternativas para sortear obstáculos y provocando en los trabajadores un fuerte sentimiento de pertenencia.
La principal desventaja es la lentitud en la toma de decisiones, ya que el excesivo debate puede derivar en una pérdida de la energía necesaria para la acción, diluyendo en el horizonte los plazos para cumplir objetivos.
“Es mejor liderar desde un segundo plano, poniendo a otros al frente, especialmente cuando se celebra una victoria.” – Nelson Mandela.
LIDERAZGO TRANSACCIONAL
Esta forma de liderazgo plantea una relación basada en el intercambio. Los miembros del equipo reciben compensaciones en base a su rendimiento.
En este modelo se aplica la lógica de premio-castigo. La motivación está impulsada por la recompensa. Los trabajadores reciben incentivos para incrementar su dedicación y se los penaliza si no alcanzan los estándares esperados.
El líder plantea una estructura clara cuyos pilares son los objetivos a cumplir. Y la recompensa está dada en relación al esfuerzo traducido en logros.
Este estilo de liderazgo tiene como pro que cada integrante tiene en claro cuál es su rol y cuáles son las tareas que debe realizar. Y como contra, la dificultad para enfrentarse a lo imprevisible y a los cambios bruscos.
Es un tipo de liderazgo eficiente, pragmático, centrado en el presente y en los resultados. Aunque a veces corre el riesgo de quedar atrapado en una planificación muy rígida basada en prácticas estandarizadas.
“En todos los asuntos humanos hay esfuerzos, y hay resultados, y la fortaleza del esfuerzo es la medida del resultado.” – James Allen, escritor.
LIDERAZGO TRANSFORMACIONAL
El líder transformacional busca por sobre todas las cosas inspirar a su equipo. Este estilo de liderazgo está sostenido por la visión y los valores que transmite el líder, quien busca motivar y generar entusiasmo en sus empleados para lograr eficiencia y sacar lo mejor de cada uno.
Es una forma de liderazgo radicalmente opuesta al liderazgo transaccional; mientras que el líder transaccional busca asegurarse que la rutina que planificó se lleve a cabo en forma efectiva, el líder transformacional persigue nuevas iniciativas confiando en que la creatividad de los trabajadores los llevará a superarse día a día y a alcanzar las metas propuestas.
Este líder ejerce un gran impacto y tiene mucha influencia sobre cada miembro de la compañía, entablando con ellos una relación individual atravesada por la empatía, la confianza y el respeto mutuo. Es un líder que apela al diálogo abierto y apuesta a la reciprocidad; estimula a sus empleados y a la vez necesita el apoyo de éstos.
La filosofía de este estilo de liderazgo reside en anteponer los intereses del grupo a los intereses individuales, sosteniendo que la fuerza del equipo está en la cooperación.
Una desventaja es que al no tener un método preestablecido para la consecución de objetivos y al trabajar con calma priorizando la calidad sobre la cantidad, puede demorarse la concreción de los resultados.
Una ventaja es el ida y vuelta del vínculo entre el líder y los miembros del equipo, éstos son valorados en sus competencias y enfrentan un horizonte de desarrollo continuo, y el líder, por su parte, está parado sobre los sólidos cimientos de una compañía que cree en él.