Qué aprendió Mercado Libre de uno de sus errores más caros

Para MercadoLibre, la filosofía de trabajo se empuja por la idea de emprender tomando riesgos. La compañía  prioriza el moverse rápido: desarrollar un prototipo y salir a probarlo lo antes posible. Una cultura de este tipo, como es de esperarse, tiene que tener una alta tolerancia al error.

El senior vicepresident (SVP) de Marketplace, Sean Summers, se pone como ejemplo. Hace cuatro años detectaron que los consumidores demandaban la posibilidad de realizar transacciones entre países. Vieron la necesidad y adquirieron una firma que se dedicaba al cross-border trade. “Pensamos que internamente, como teníamos muchos proyectos, nunca iba a ser prioridad. Y surgió la oportunidad de hacer un acquihire, un equipo de brasileños que hacía eso en los Estados Unidos”, recuerda.

Para el ejecutivo, esta decisión fue elegir el camino arriesgado, pero pensó que al tratarse de un equipo con experiencia las chances de tener éxito eran más altas. Sin embargo, las complicaciones llegaron enseguida: “Sabíamos que iba a tener desafíos, pero personalmente no me imaginé que tantos”. La situación a resolver consistía en integrar lo internacional a lo local: “Fui demasiado optimista en decir que podíamos encontrar una forma fácil de integrar esa plataforma a la de MeLi. Empezamos con ese approach y con un equipo basado en los Estados Unidos”.

La integración fue muy desafiante, porque se trataba de formas de comprar y vender distintas y la venta internacional de productos tenía otras complejidades. Los principales inconvenientes estuvieron en buscar soluciones para traducir listados en inglés, solucionar las cuestiones impositivas o coordinar las preguntas y respuestas de vendedores y compradores de distintas partes del mundo. Tomar escala resultaba cada vez más difícil.
En el camino, como sponsor del proyecto, Summers debía enfrentarse cada trimestre al CEO para reportar los resultados. “Las expectativas eran altas y no las estábamos cumpliendo. En cualquier otra empresa, al segundo trimestre creo que me dan una patada”, admite el ejecutivo, aunque asegura que “nunca le escapan a un desafío” y siguieron apostando por el proyecto.

Luego de dos años con ese enfoque, Summers y su equipo decidieron darle un giro: “Ya habíamos iterado todo lo que podíamos, tratando de integrar una plataforma de un tercero. Me paré frente a Marcos (N.d.R.: por Marcos Galperín, fundador de la empresa) y le dije que el approach que había tomado era el incorrecto”. Su nueva propuesta consistió en desarrollar, desde dentro y con un equipo en Buenos Aires, una plataforma que fuese más fácil de integrar. “La mayoría del tiempo y los recursos de esos dos años fueron a pérdida, pero nos quedamos con el aprendizaje, que aplicamos ahora y sí está funcionando. Hoy, va tomando escala de a poco y la compañía sigue apoyando porque ve que nos equivocamos pero siempre con mucho sentido de autocrítica e iterando”, concluye.

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